El Alpinista de Neptuno

Sale un alpinista del pensamiento,
imagino estar allí, ¡Neptuno!
Que rostro alegre curioso y extraño.
Muestra una esperanza entendida,
mientras miro al cielo azul profundo.

Océano de sueños como en la Tierra,
viviendo lleno del buen amar.
Sin tener miedo a la distancia,
apartado del rencor y cerca de su Luna,
consiente del tormento silvestre.

Aroma de una Atlántica fría por fuera,
caliente por dentro de su sentir.
Tiene brisas de agua Neptúnica,
en fuerte fresca variante canción.
Por todas partes se escuchan trompetas,
frágiles virutas de partículas congeladas.

Renuente al Sol indómito espectral,
allí vuelan las ideas liricas.
Se escucha el hielo afuera,
se siente el fuego adentro sabiéndose frágil,
reconociendo su retoño lunar sincero.

" ¿Adónde están las lluvias eólicas?"
Lluvias que dan destellos de luz.
El viento las transforma azules,
soñando campanas danzantes.
"Es gran distancia,
al trecho hiperbólico infinito."

Su tiempo no conoce la Tierra,
Sólo vuela por el cielo festejando.
¡Míralo de lejos vacilante!,
preguntando ¿cuando vendrán por mi?

"Tierra y Neptuno tan similares",
atentos al fuego del Sol,
Sumisos al descanso de su Luna,
llenos de aire puro.
Agua que nunca cae, sólo corre,
este sentir se une firme.
Dorando al lienzo pintura,
la corteza de suelos blandos.

Este espejo azulado es real,
tan real como el Sol,
distante como la mente.
Cercano en el amor,
próximo a resplandor de la luz,
Misericordioso océano azul,
de praderas inimaginables.

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